Historia de la Ría del Ferrol naval y sus alrededores

19/04/2013, Victoriano Rodríguez Lorenzo

La Ría de Ferrol ofreció desde la prehistoria unas magníficas condiciones para el desarrollo de una cultura marítima. Reseñando una descripción de su geografía se describen algunos datos que ayudan a comprender el hábitat más antiguo de la Ría. Forma parte de la unidad geográfica del “Golfo Ártabro” en unión de las rías de A Coruña, Betanzos y Ares, todas con la misma morfología y bioclima, por ello esta consideración es muy importante para alguno de los hechos históricos que se produjeron en torno a esta ría cerrada entre montañas y para cobijo de los buques.

 

Foto 1. Trazado medieval de Ferrol Viejo que aún hoy se puede apreciar

 

 

Las condiciones privilegiadas para el abrigo de los vientos y temporales con la estrecha boca del Oeste-Sudoeste, entre Monte Faro y Monte Ventoso internándose en el larguísimo mar en dirección Este con entradas hacia el Norte en las que desembocan el río de la Sardina en La Malata y el río Grande de Jubia al fondo de esta ría con innumerables entradas y puntas.

Sobre las riberas se han instalado algunas comunidades a partir de las épocas en que el hombre intentaba adentrarse en el mar para la pesca y marisqueo recolector. Junto al número de poblaciones formadas originariamente se reconocen culturas marineras de ciertas navegaciones con sus frágiles embarcaciones de mimbres y maderas.

Los romanos y posiblemente griegos y fenicios, navegaron hasta la Ría de Ferrol, conociéndose la primera cita histórica, la de Pomponio Mela, que se interpretó como descripción de la Ría de Ferrol donde existen formulaciones de teorías sobre un brillante pasado de esta ría que fue aprovechada como puerto de grandes expediciones en aquella época.

Con rigor histórico se podrían considerar los desembarcos de los pueblos normandos como una actividad naval militar de las costas gallegas. En este sentido solo cabe hacer una referencia a los asentamientos de los “Vikingos” en nuestras rías gallegas desde el año 846 y luego en sucesivas oleadas en el 968, 1017, 1032, 1112, etc. Así sabemos que desembarcaron en las proximidades del monasterio de San Martín de Xubia (hoy conocido como el del Couto) aunque también hubo otros puntos.

Es importante reseñar la actividad desarrollada al fondo de la Ría de Ferrol en estos oscuros siglos, sin olvidar que los primeros puertos de mar se situaron siempre en zonas prácticamente fluviales, como eran las desembocaduras de los ríos Jubia y Belelle, en la villa de San Nicolás de Neda. El patrón de esta parroquia ya dice de su conexión marinera con el Mediterráneo, pero también se sabe que al principio del siglo XIV ya había unos astilleros en la desembocadura del río Belelle, en cuyo estero, junto a la villa, se construyeron pequeñas naos mercantes. En algunos casos estas naves se armaban para la guerra formando parte de la “Armada” que participó durante el año 1340 en la campaña contra los berberiscos y ocupadas por muchos hombres de la ría ferrolana y de Neda en particular, siendo muy conocido el hecho de armas y en el cual una nave de Neda rompió la cadena que cerraba la entrada al puerto de Algeciras.

Entre los puertos del Norte peninsular se encuentran con una situación estratégica en las Mariñas de Ferrol-Coruña, de sus costas coruñesas del Prior (Cobas) y de Ferrol.

El complejo portuario de Coruña-Ferrol, solo sería utilizado para una actividad naval militar de tipo ocasional durante las primeras guerras por el control del Atlántico. Estas rías, consideradas como de grandes aferraderos y muy seguras entradas, llegaron a tener una cierta tradición en el armamento y abastecimiento de las Armadas. El número y tipo de buques que fondearon en estas rías, concretamente en la de Ferrol, tenía una importante influencia teniendo en cuenta la escasa población y capacidad de las villas de Neda y Ferrol a finales del siglo XVI.

Todo ello dio lugar a una actividad logística que, en algunos casos, funcionaba por la vía de requisa de carros, animales de carga, víveres y la imposición de alojamiento y aprovisionamiento, fue organizado bajo la producción estatal de la elaboración de la galleta como elemento imprescindible en la dieta alimentaria de los buques y su envasado en barricas, todo ello suponía una cierta técnica de panificación y tonelería, existiendo un Fábrica de Bizcocho, también llamada Horno de Previsión, en la Villa de Neda. Su función con carácter permanente data de la época del armamento de la “Armada invencible” en 1588. Esta fábrica se completaba con una serie de molinos que, siendo la mayor parte de particulares o privados, completaban la fase previa para la obtención de la galleta o bizcocho.

La fabricación de bizcocho completada con las “Aceñas” destinadas al proceso de moler los cereales de las parroquias próximas en los molinos harineros de agua situados en el cauce de los ríos, de las riberas del río Grande de Jubia y del Belelle, viéndose muy potenciadas en las épocas de gran demanda de las flotas, que también importaban grano al resto de Galicia y de Castilla. También existieron los molinos de mareas, más restrictivos que los fluviales, que con presas y depósitos se llenaban cuando se alcanzaba la pleamar y se vaciaban a través del funcionamiento del molino.

 

Imagen 2. Villas de San Julián de Narón y San Julián de Neda

 

 

Estos proyectos se desarrollaron a partir de la información de los ingenieros que diseñaron los “Hornos de Previsión” y las fortificaciones de la ría para la potenciación de la primera Base Naval. El molino de mareas o “Reales Aceñas” funcionaban frente a Neda, donde se aprecia perfectamente la presa y la casa molino con sus tres ojos, recogida en una descripción esquemática que se conserva en el archivo de Simancas sobre la Ría de Ferrol y Neda. También se describen las Casas Reales donde se elaboraba el bizcocho que era un conjunto de edificaciones situadas en la parte más alta de la villa de San Nicolás de Neda.

La fabricación de bizcocho que se hacía en las Casas Reales de la Villa de Neda, tenía la importancia como centro estatal con plantilla de personal. No queda nada de estas fábricas del antiguo “Campo de Fornos” en el lugar denominado “As Viñas” y “Alto de Piñeiros”. Solo existe una piedra de armas en el escudo real.

Neda fue también residencia de los mandos de las fortificaciones de la ría. Estas fortificaciones fueron unas piezas integrantes de la “Base Naval” y contribuyeron no solo a la defensa de la ría, sino también aportaron para su construcción una importante innovación en las técnicas arquitectónicas y de ingeniería local.

Las fortificaciones de San Felipe, Nuestra Señora de la Palma, San Martín y la del Castro (ciudadela) de San Julián de Ferrol, fueron obras de arquitectura militar permanente a partir de 1597, aunque se habilitaron otras baterías artilleras, como la de Santiago, muy cercana a la entada de la ría (zona del Vispón). Su disposición a ambas bandas de la boca de la ría obligó a la apertura de pistas por donde se circulaba con artillería y materia y materiales de construcción.

Así la villa de Mugardos contó con un enlace al Castillo de Nuestra Señora de la Palma y al hoy desaparecido San Martín, también se hizo un camino costero de la Graña hasta el Castillo de San Felipe, el más antiguo de todos.

A finales del siglo XVI se tomó la decisión de fortificar tres puntos, donde hoy se conservan los castillos de San Felipe y Nuestra Señora de la Palma, así como el desaparecido San Martín. Estos hechos tenían gran importancia al no dejar limitada la fortificación a los puertos más señalados de la ría: Ferrol, Mugardos y Neda, así como el estudio sobre la dificultad de hacerlo en la Villa de San Julián de Ferrol para los pertrechos de la Armada.

En el orden de ideas, la batería colateral artillera definía los castillos para el cruce de fuegos sobre la boca de la ría ante las necesidades de artillar los puntos más destacados de la costa.

La construcción de estos tres castillos generaba un gran número de jornales en unas pequeñas poblaciones como eran las cercanas a Mugardos, La Graña y Ferrol, así como la preparación de caminos en lugares poco accesibles.

Estos castillos eran dotados de actividad militar durante los períodos en que se armaron las flotas y el esfuerzo de los puntos defensivos se incrementaba con vigías y otras fortificaciones de campaña o terreras, duplicando las dotaciones. Esto era consecuencia de los ataques corsarios o de piratería a las poblaciones costeras.

 

Imagen 3. San Nicolás de la Villa de Neda

 

 

Existieron contiendas entre ellas, la más destacada, existió en el 1638 con grandes concentraciones para el rechazo de un ataque que intentaba forzar el fondeadero ferrolano, destacando la importantísima actividad naval militar en la costa de las Mariñas de Ferrol y A Coruña.

Siguiendo el esquema trazado, se hace referencia a la solución histórica que se dio en el entorno ferrolano a la problemática de la actividad naval en la geografía local, ciñéndose a la creación de este puerto de armamento y sus defensas donde las instalaciones portuarias eran mínimas y los castillos eran un revestimiento de las puntas o cabos, haciendo referencia a una leve modificación del paisaje con la proliferación de multitud de molinos fluviales y el descrito de mareas, así como un cierto crecimiento de las villas, pero sin pasar de un concepto urbanístico de tipo medieval.

En esta época los asentamientos militares no llegaron a plantearse la necesidad de un diseño de ciudad portuaria fortificada, ni siquiera se puede decir que perdurasen, de alguna forma, las estructuras campamentales que habían alojado a las tropas.

Con respecto a la geografía humana, se puede decir primeramente que no hubo un desarrollo demográfico apreciable, aun en las mismas villas. En este mismo campo de análisis geográfico, también hay que referirse a las condiciones conformadas por las redes del propio tejido social y el espacio socio-económico de la base naval. En lo social, estaría la política con los poderes e instituciones, diferenciándose los mandos navales y militares de las distintas escuadras y flotas que se encontraban en Ferrol.

Otro estrato importante era el formado por los grupos que aglutinaban a las gentes concienciadas por algún motivo ideológico, profesional o económico, los cuales actuaban de animadores de la villa y en el campo. Aquí se reconocía a los jefes militares, más en su comisión de administradores de los bastimentos de la fábrica del bizcocho o de los castillos que como mandos de las fuerzas navales que se estaban armando Otro bloque importante lo formaban aquellos grupos que actuaban de comunicadores locales. Estos sectores, abarcaban a los subalternos militares, gremiales vinculados al comercio e industria del de apoyo naval, caciques locales y campesinos acomodados, formándose una cohesión familiar y la institución comarcal del vínculo con la tierra, creándose estereotipos locales de pequeños propietarios, pescadores, jornaleros, agricultores, peones e incluso la marinería y tropa de leva.

El espacio socio-económico de la actividad naval y su entorno, se relacionaba con los poderes institucionales y los otros grupos, vinculándose las ideologías para el resultado de las actuaciones de la población de la ría ferrolana. Para la imagen coherente de la base naval integrada con la población del entorno, surgían unos conjuntos de acciones que transmitían la forma de actuar en base a la ideología e incluso reivindicaciones de tipo egoísta o caritativas.

Los regidores locales ante los abusos de las tropas y reclamaciones de beneficios, en el año 1603, se practicó una información testifical por orden de la Real Audiencia, con motivo de una petición del Concejo de Ferrol en favor de mercado y feria que durase un mes cada año para la compensación de los daños sufridos por los vecinos, por los soldados y gentes del mar, tanto en invierno como en verano en el puerto de dicha villa.

Esta cita representaba una clara reivindicación de la que se aprovecharía toda la población comarcal, en especial los grupos animadores y los sectores comunicadores, terratenientes, gremios de artesanos, campesinos acomodados y pequeños caciques que, asimismo también se habían beneficiado del apoyo logístico a las armadas, sin olvidar que estas operaciones se realizaban por asiento con los comerciantes de cierta solvencia y sus proveedores.

El balance final no fue muy positivo para la población, por lo menos para las bases sociales, que sufrieron las interrupciones de sus actividades económicas, requisas de ganado, carros y cosechas, en un espacio económico donde el poco dinero obtenido no significaba una compensación, dándose la escasez de productos con importantes especulaciones.

La economía del entorno de la ría, se refería al sector primario de los recursos naturales, pues las manufactureras eran elementales, excepto el desarrollo de los molinos y algo del gremio de los carpinteros de ribera y tonelería. Los recursos de la pesca, ganadería y agricultura del minifundio, aún de los hacendados del lugar, tampoco evolucionaron hacia mejores planteamientos, no podían estar basados en la desproporcionada demanda de algunos años y se mantenían con la estructura productiva de la Edad Media.

Resumiendo, el entorno de Ferrolterra conoció importantes acontecimientos navales ya en el siglo XIV y participó activamente en la preparación de las campañas, llegando a establecer el foco de una base naval, pero sin consolidarse como permanente, al estilo de los primeros arsenales de Inglaterra y Francia.

Todas estas circunstancias tan independientes con la política de la corona, a partir del año 1660, no beneficiaron prácticamente en nada a la población de la Ría ferrolana, pues no se consiguió establecer un sector secundario y terciario poderoso, como ocurrió con otros países que supieron crear y mantener el “poder naval”, integrando la fuerza operativa y los elementos de apoyo con su entorno.

 

Victoriano Rodríguez Lorenzo

 

<< Volver